En algunas ocasiones, estando en un parque, en la fila de un supermercado, en una conversación de amigos, en una salida a la cumbre de una montaña, o en las sillas de la sala de espera de algún aeropuerto, yo me dispuse a escuchar algunas conversaciones ajenas. Me sorprendí del tipo de diálogos y especialmente de las respuestas simples pero contundentes que muchas personas tienen ante ciertas situaciones y dilemas complejos; elogié la gran sabiduría que pulula por todas partes; y agradecí por la existencia de muchos seres inteligentes por ahí que podrían remediar las atribulaciones del mundo en tiempo récord; pero me lamenté al descubrir que el temor reinante en sus corazones impedía que sus ideas fueran puestas en práctica.
Yo también tengo mis
ideas respecto de ciertos dilemas, también me han preguntado y también he
tenido que responder lo que pienso de ciertos temas, y también me han faltado
agallas para iniciar algunas acciones que yo podría efectuar porque, al igual
que una inmensa mayoría, estoy lleno de excusas para ocuparme de intereses más
triviales. Espero que escribir, al menos, no sea uno de esos intereses vanos.
Hubo ciertas conversaciones
difíciles, pero entretenidas y significativas, de las que he sido testigo o
partícipe, en las que también queda explicado por qué el mundo sigue enredado
en sus complejidades y a la deriva, alentando el pesimismo y la desidia en las
personas, postergando y desacelerando las posibilidades de propiciar un lugar
más agradable para todos.
Varios de los lectores
se reconocerán a sí mismos en estos diálogos porque todos los personajes son de
la vida real, pero gozan en su gran mayoría del amparo del anonimato. Algunos
se reirán en la intimidad de esta lectura y otros tal vez se molestarán porque
creerán que debieron ser consultados y no ser expuestos, pero ninguno de
nosotros es perfecto y tengo la sensación de que, aunque sea común que muy
pocas personas aprendan de la experiencia ajena, a veces es conveniente conocer
acerca de las aflicciones personales de otros para, al menos, ser más
agradecido con la vida que nos correspondió vivir. O la que elegimos, pero que
no recordamos por qué lo hicimos, o con qué finalidad.
Según yo: “ya es
mañana” porque en la teoría ya está explicado cómo debemos actuar ahora para
que mañana sea un día mejor. Mañana es un resultado determinado ya con las
acciones de hoy, faltando solamente que sean las acciones más acordes con los
resultados positivos que queremos lograr. Comparto entonces estos diálogos,
elegidos intencionalmente, para que algunos por ahí sepan lo que otros piensan
y expresan. Pudiera ser que lo que acá queda escrito sea motivo de inspiración
para algunos y signifique un cambio positivo en sus vidas.
Quedaría entonces
encaminada, sobre una pequeña muestra de conversaciones seleccionadas, la
explicación acerca de cómo, gracias a la visión particular de muchas personas
anónimas por ahí, se comenzó a gestar la manifestación de aquel relato según el
cual: “El mundo ya no está al revés”.